Los bebés sincronizan sus ritmos biológico con su cuidador y sus vínculos cercanos. Padres y hermanos modelan estrategias de regulación emocional. Regular la rabia, la frustración, el miedo y la tristeza es una tarea que, para su óptimo desarrollo de los infantes, necesariamente requiere que se fomente desde y en la interacción, en el cara a cara, en la mirada, en la voz, en el contacto físico"


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